10

- En fin, ya sabemos que en este edificio hay mucho loco suelto.
- Jefe, el caldito se va a enfriar.
- Joder Mediavilla, váyase a tomar por culo con el puto caldito de los cojones y haga el favor de subirse los pantalones.
Por más que lo intenté no pude reprimir el impulso de mirar los bajos del cuerpo de policía.
- Caray, agente, usted no necesita jabón de avena, ¿eh? menuda cachiporra gasta.
Miriam carraspeó desde la puerta del pasillo.
- Esto... papá, que digo yo, que mientras interrogas aquí al amigo, voy a enseñarle a Mediavilla el piso, así no te da la lata con el caldito.
-Claro hija claro, follátelo tranquila, a ver si se le quita la tontería de una jodida vez.

Miriam se fue con Mediavilla, creo que al dormitorio, desde donde yo estaba oí cómo cerraban la puerta.
- En fin señor, prosigamos, dice que nació en el 77 ¿no?
-Sí, en junio de 1877, en Madrid, creo, o no, espere, ahora me acuerdo, fue en Livorno.
-¿Cómo?-el policía dio un par de pasos hacia atrás.
-Sí, en Livorno, está en Italia.
-Déjese de Livornos ni hostias, vamos a ver, ha dicho en 1877, querrá decir en 1977 ¿no?
-No, no, joder, en 1877, 1-8-7-7 pues sabré yo cuándo nací.
-Claro, así que ahora me dirá que usted tiene...
-131 añitos, sí señor, y ningún problema de próstata. Y aunque no me lo pregunte, le diré que mi afición por el jabón de avena me viene de París, creo que fue en 1909, cuando conocí a Modigliani y a Brancusi y nos bebíamos hasta el agua de los floreros y follábamos hasta reventar o hasta que se nos caía la picha a cachos, por eso empezamos a comer jabón de avena, era un excelente reparador celular y a los dos días teníamos el rabo lustroso y fuerte como el de un caballo ¡joder qué tiempos!
-Ya veo, ya- y sin decir más el agente me puso las esposas, luego se ajustó la gorra y con cara de hayquejoderseconellocoestemecagoensuputamadre cogió el walki- a ver, sí, aquí el inspector Carramolino, tengo un 242 en la calle San Francisco, manden una ambulancia y varias pastillas de jabón "Lixone".

8

-Sí, pero a mí este jabón me irrita el coño
Invité a Miriam a mi casa, espumeamos juntos por la boca y follamos con mucha higiene. Ya se me había olvidado por qué se me había olvidado lo que hice durante las últimas dos o tres semanas. De hecho, ya no me importaba, mi vecina Miriam gritaba sí, así, sigue y yo sonreía y le daba azotes en el trasero. Cuando llamaron a la puerta ni siquiera me inquieté, abrí desnudo y lleno de espuma. Era la policía.
-Buenas, hemos recibido una llamada, es usted es un pervertido. Tiene que acompañarnos.
-Verán agentes, es que me estoy dando un baño, no sé de qué me hablan.
-No se haga el gracioso, tenemos esta foto, es usted, hace una semana, en el centro comercial Xanadú, corriendo desnudo, pinchándole globos a los niños y echando espuma por la boca.
- Ese no soy yo, mire, yo no tengo esa mancha en el gluteo derecho. Debe tratarse de mi hermano Jeffrey Smith, es un guarro, siempre se hace pajas con la mujer del tiempo de Antena 3.
-¿Ocurre algo? -Miriam asomó por el pasillo desnuda y espumada- ¿Quienes son estos agentes?
-Coño Miriam, ¿Qué haces aquí?
-¡Joder Papa no te había visto! En fin, estoy follando con este señor, ya hemos hablado mil veces de esto.
-¿Este es tu padre?
-Bueno, realmente es mi padrastro, mi padre murió cuando yo era pequeña, le atropelló un camión.
-Vale, vale, vamos a dejarnos de hostias, señor, tiene que acompañarnos a comisaría, vístase.
-Ese es el problema, no tengo ropa, sólo esta erección y una pastilla de jabón de avena deliciosa. Hace un rato me desperté tirado en mi habitación, debo haber permanecido inconsciente varias semanas, el piso ha quedado vacío y no sé cómo ha ocurrido todo esto.
-¡Debe ser Lupus! -dijo un señor con bastón que salía del piso de al lado- agentes, soy médico, este hombre está muy enfermo, puede ser contagioso, tenemos que llevarle urgentemente a mi hospital.
-¡Coño si es usted House! Hace una hora le llamé por teléfono y me mando a la mierda.
-No era yo, era mi hermano, un actor de pacotilla. Venga joder, que no tengo todo el día.

6

—¿Diga?
—Hola, buenas tardes…, o días… Ehhh, ¿puedo hablar con el Doctor House, por favor?
—¡Oh, por Dios! Cuántas veces voy atener que decirle a la gentuza como usted que yo no soy el doctor House. ¡Yo soy un actor, joder! Mi nombre es Hugh Laurie y soy un puto actor, ¿entiende?
—Ya, y si eso es así, ¿como es que tengo su número?
—Y yo qué. Usted sabrá por qué me espía.
—Bueno, bueno, bueno… Verá usted, mi problema es que no me acuerdo de mis últimas dos o tres semanas, ¿sabe? ¿Qué cree usted que puede pasarme?
—¡Resaca, joder!

Y entonces me colgó. ¡Cómo se atrevía! Estaba claro que sólo mi ingenio podía ayudarme en todo este asunto. Así que lo primero que tenía que hacer una vez aseado, era buscar algo de ropa, y como en casa no tenía más que un montón de paredes vacías como un lienzo esperando a ser dibujado, decidí ir a pedirle ayuda a la vecina de enfrente. Abrí la puerta de mi casa despacio, y al ver que no había nadie en el descansillo, salí con sigilo y llamé al timbre de mi vecina con impaciencia. Oí ruido en el interior, y mientras me preparaba alguna excusa con la justificar mi desnudez, recordé lo mucho que siempre me había gustado la vecina. Mmmmm… Pero en cuanto lo hice, me dije «¡Oh, no, Dios mío!», porque nada más abrir la puerta, me arrepentí de mis pensamientos impuros. En cuanto me vio en el descansillo, se le demudó el rostro, no sé si por el hecho de encontrarme desnudo o por la erección que de hecho tenía apuntándole directamente al vientre.

5

Mierda! Mi traje de la primera comunión había desaparecido, y mis náuticos azules!!! por suerte tenía mi teléfono móvil LG de pantalla tácil, siempre lo llevo encajado en la raja del culo, busqué en la agenda y llamé al Dr. House, me costaba vocalizar, la espuma del jabón aun me bloqueaba la garganta, el caso es que mientras esperaba que el doctor atendiera mi llamada, le di otro bocado a la pastilla de "Lixone", el tiempo que llevaba sin ingerir alimentos había desarrollado en mí la capacidad de alimentarme de cualquier derivado de la sosa cáustica. Por fin, House cogió el teléfono.

El sueño del basurillas 3

¿por qué mi barba estaba sucia, grasienta, sin brillo? Estaba claro que en un cuarto totalmente vacío, salvo por la presencia de mi persona y de mis ideas, no iba a convertirme en escritor por mucho que intentara medir el paso del tiempo. El tiempo no existía, salvo en mis uñas largas y en los pelos de mi barba. Para ser escritor debía empezar por el principio, para ser escritor primero hay que parecerlo, así que salí de la habitación, al principio me costaba andar, pero en seguida mis miembros adquirieron una fuerza desconocida, entré en el cuarto de baño y abrí el grifo de agua caliente. El agua y el jabón con avena me hicieron recordar.

El sueño del basurillas 2

Pero cuanto más despacio pasaban las horas, más deprisa me parecía que pasaban las semanas... ¿Las semanas? ¡Pero qué coño!, me dije entonces. ¿Durante cuánto tiempo llevaba ahí sentado en ese espacio vacío? Parpadeé repetidamente y me froté los ojos para ver si lo que me pasaba era que estaba soñando. Pero no. Porque entonces, al retirar las manos de mi cara, me percaté de lo mucho que me había crecido la barba. Recordaba que cuando me senté en el suelo, hacía sólo un par de días que me había afeitado con una maquinilla desechable. Sin embargo, ahora podía tirarme de la barba con unas uñas tan largas o más que los pelos de mi cara.

Naturalmente, hay muchas formas de medir el paso del tiempo, pero en realidad sólo hay una forma de pasarlo en cada momento. Y si sólo había una forma, ¿por qué demonios no podía acordarme de las últimas semanas?