6

—¿Diga?
—Hola, buenas tardes…, o días… Ehhh, ¿puedo hablar con el Doctor House, por favor?
—¡Oh, por Dios! Cuántas veces voy atener que decirle a la gentuza como usted que yo no soy el doctor House. ¡Yo soy un actor, joder! Mi nombre es Hugh Laurie y soy un puto actor, ¿entiende?
—Ya, y si eso es así, ¿como es que tengo su número?
—Y yo qué. Usted sabrá por qué me espía.
—Bueno, bueno, bueno… Verá usted, mi problema es que no me acuerdo de mis últimas dos o tres semanas, ¿sabe? ¿Qué cree usted que puede pasarme?
—¡Resaca, joder!

Y entonces me colgó. ¡Cómo se atrevía! Estaba claro que sólo mi ingenio podía ayudarme en todo este asunto. Así que lo primero que tenía que hacer una vez aseado, era buscar algo de ropa, y como en casa no tenía más que un montón de paredes vacías como un lienzo esperando a ser dibujado, decidí ir a pedirle ayuda a la vecina de enfrente. Abrí la puerta de mi casa despacio, y al ver que no había nadie en el descansillo, salí con sigilo y llamé al timbre de mi vecina con impaciencia. Oí ruido en el interior, y mientras me preparaba alguna excusa con la justificar mi desnudez, recordé lo mucho que siempre me había gustado la vecina. Mmmmm… Pero en cuanto lo hice, me dije «¡Oh, no, Dios mío!», porque nada más abrir la puerta, me arrepentí de mis pensamientos impuros. En cuanto me vio en el descansillo, se le demudó el rostro, no sé si por el hecho de encontrarme desnudo o por la erección que de hecho tenía apuntándole directamente al vientre.

No hay comentarios: