= [Igualdad no, paralelismo]

Mi escritura es lo que ponen los demás, una apostilla sin importancia, el rabo entre las piernas del perro que husmea el suelo buscando cualquier cosa que llevarse a la boca. Y cuando digo "cosa", digo tus poemas, tus escritos… No, no nos queda Por qué dejé de ser de izquierdas, se nos ha agotado. Y cuando repito "cosa", te digo a ti que estás ahí sentado con la tele irremediablemente encendida, con el cristalino de tus ojillos reflejando la pantalla de tu manzanita y con tu mesa llena de cachivaches gregerescos, esa botella de agua de marca, los libros medio-empezados que nunca acabarás, el sandwich de pavo con la forma de tu dentadura grabada… ¿Que si soy de aquí…? ¿Usted que creé, con este pedazo de logotipo que tengo marcado como una res en el pecho? No sé quién decía que toda la historia de la filosofía no es más que una nota a pie de página de Platón. Platón lo dijo todo, o lo puso todo sobre la mesa, sobre el tapete, apostó todo lo que tenía y se llevó la banca. El casino tuvo que cerrar. "Ahí os quedáis, idiotas, yo me voy a dormir el sueño de los justos con mis Ideas". ¿Que con qué "circunstancia", "crítica ontológica", "noúmeno", voy a agredirte? ¿Creías que iba a ser con Ortega, Hume, Kant? Pues no, querido Danilo, toma Platón y menos… No, señora, Lou Marinoff publico primero Más platón y menos prozac, El ABC de la felicidad es posterior. Toma Platón y menos postmodernidad. Porque yo, querido Danilo, yo soy una de esas notas a pie de página, en este caso a pie de tu página, que por sí misma no vale mucho, pero, coño, aclara que no veas. ¿Qué te parece esa teoría de la escritura, de mi escritura? Aunque en realidad deben de haber tantas escrituras como anuncios de televisión, lo que importa es emocionarse. Qué más da si en el McDonald´s te ponen la Coca-cola aguada o si en algún lugar apartado del mundo la utilizan para desatascar tuberías. Porque cuando veo un anuncio de Coca-cola, me entran unas ganas irrefrenables de ser tan feliz como uno de los memos que salen en sus anuncios… Así que, coño, me abro una lata de Coca-cola y espero a ver si la felicidad me deja noqueado. Pero no, no lo hace, me he dejado embargar por la emoción de un anuncio que te deja con las manos vacías justo después de habértelas llenado con un montón de promesas… Joder, me he perdido. ¿Qué? (…) ¿El baño? Caballero, ¿por qué no sale medado de casa? (…) Es que nada, ni próstata ni hostias… Ya ni sé que cojones quería explicar con lo de la Coca-cola. Bueno, sí, que en la escritura lo único que importa es emocionarse. ¿Lo que tú escribes emociona?, ¿te emociona a ti al menos escribirlo? Porque es mucho más importante emocionarse uno mismo escribiendo que emocionar a cualquiera con su lectura. ¡¿Pero cómo va a estar aún abierta la librería si ya hemos apagado todas las luces?! Se me ocurren los esbozos de todas estas ideas mientras atiendo en la librería en la que trabajo, pero las escribo luego, más tarde —en realidad, mucho más tarde—, sólo después de haberlas reflexionado lo suficiente y darme cuenta de tampoco había tanta diferencia entre lo que pensé entonces y lo que termino de escribir ahora con el punto que viene después de esta última palabra.

3 comentarios:

Danilo T. Brown dijo...

mmmmmmm

interesante....
veamos qué soy capaz de responder.

Danilo T. Brown dijo...

en breve tensaré esto un poco más

ya llega...

Sr. Kander dijo...

Yo también espero encontrar la felicidad anunciada cuando abro una lata de coca-cola. La abro y me acuerdo de mi niñez cuando mi tía me ofrecía una, o cuando en la terraza de un bar con mis padres, me la bebía a sorbitos para que no se acabase. También me acuerdo de pedirla cuando estás con los amigos en un bar y no sabes que tomar porque lo importante es estar con ellos. ¿Cuándo me pedirá la primera mi hija? La coca-cola, el trina y todas esas mierdas me hacen feliz porque son parte de lo que soy. Claro que Platón no tiene ni puta idea de esto. Literato el texto es cojonudo pero no te emociones.